Explorando la Intimidad: Un Vistazo Artístico a las Fotos de Sexo

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    A Magali le gusta chupar la polla de su novio. Le masturba suavemente un poco, le mordisquea los huevos y se traga su pene erecto para chuparlo.

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    Mylène, una mujer soltera, aprovecha un momento perdido para mostrar sus grandes pechos. Contribución exclusiva para site-libertin.com

  • Plan cul salope

    Plan cul salope

    Contribución de Jean-Pierre, que nos envía fotos de un botín con su mujer y su amigo Thibault, en su piso.

La historia erótica de una pareja
Exhibición en un pub

A mi marido y a mí nos encantan las exhibiciones. Llevamos unos cuantos años haciéndolo y cada vez es un momento de excitación para los dos, y siempre hacemos el amor a la vuelta de una pequeña salida de exhibición. También hacemos fotos de sexo para poder mirarlas de vez en cuando y excitarnos mutuamente. Así que como hace unos días nos hicimos una, os la voy a contar en mi propio relato erótico. Para que os hagáis un poco una idea, mi marido tiene 37 años, es alto, atlético, moreno de ojos marrones y es guapo, normal, es mi hombre. Yo soy una chica menuda de 35 años, también morena, de ojos marrones, con el pelo corto tipo chico, mido 1m61, soy delgada y tengo un busto pequeño 85B, lo que hace que no tenga que usar sujetador muy a menudo. El fin de semana pasado salimos a un pub donde hay billares. Ya os veo venir, granujas…

Sí, me gusta manejar los tacos y las bolas, pero mi hombre y yo compartimos la pasión por el billar y esperamos poder comprarnos uno algún día. Mientras tanto, vamos a este pub con regularidad y esa noche iba vestida de granuja porque queríamos jugar un rato. De hecho, fue mi hombre quien me pidió que me vistiera sexy. No paraba de hacer fotos con su teléfono mientras yo me ponía la lencería. Así que me puse un pequeño top ajustado sin sujetador, un pequeño jersey por encima, una falda negra plisada que me llegaba hasta las rodillas con un bonito tanga rojo debajo y me calcé unas pequeñas bailarinas porque aunque me gusta vestir de forma seductora, no me gusta parecer una puta. Cuando llegamos al pub, aún no había mucha gente. Tomamos una copa en la barra y ya me miraban porque tenía las piernas cruzadas y se me veía la parte superior de los muslos. Un tipo se nos acercó por detrás varias veces, pero yo podía ver lo que hacía y le decía a mi hombre cada vez que pasaba que me estaba mirando.

La noche empezaba bien, ya que íbamos a poder combinar nuestras dos pasiones compartidas: el billar y la exhibición. Una vez terminado nuestro pequeño cóctel, nos dirigimos a una mesa de billar francés y cogimos el equipo para empezar la partida. Tengo que admitir que se me da bastante bien el billar francés, aunque mi hombre es bastante bueno. Y antes de empezar, se me acercó y me susurró al oído que si perdía, tendría que quitarme una prenda de ropa de mi elección.

No sé si fallé mis tiros a propósito, pero no conseguí llegar a los 10 puntos que nos habíamos propuesto primero… así que tuve que quitarme el jersey para continuar la velada con mi pequeño top que abrazaba mis pechos y facilitaba mucho ver mis pezones y mis tetillas que siempre estaban asomando… Al mismo tiempo, me encantan este tipo de situaciones y sé que a mi hombre también, así que ambos estábamos excitados por esta situación traviesa, que no iba a ser la única de la noche.

De hecho, me había dado cuenta, y mi marido también, de que un hombre había estado sentado a unos metros de nosotros durante toda la partida que acabábamos de jugar. No dejaba de mirar en nuestra dirección, o más bien en mi dirección, porque no sólo estaba jugando al billar… también aprovechaba para levantar una de mis piernas cada vez que me inclinaba para jugar a la bola, lo que hacía que se me subiera la falda y al mismo tiempo dejaba al descubierto la parte superior de mis muslos y probablemente la inferior de mis nalgas. No, no soy para nada jugadora y menos aún exhibicionista… lol Pensamos jugar una segunda partida para poder vengarme. La misma mesa de billar, los mismos jugadores, el mismo castigo por perder, casi el mismo atuendo y todavía el mismo tipo sentado a mi lado.

Y fue entonces cuando me lo pasé como nunca. Me agachaba cada vez que jugaba, mis pezones sobresalían, mis tetillas llegaban al máximo y mi tanga empezaba a mojarse poco a poco. Realmente jugué mucho con el mirón, y puede que con otros también, que estaban disfrutando del espectáculo, y sobre todo jugué con mi hombre, al que amo con locura y que era el principal cómplice de esta situación. Y concentrada, o más bien desconcentrada como estaba, por supuesto volví a perder. Mi marido sonrió en la última bola, sospechaba, sabía, ya se estaba imaginando lo que iba a ser capaz de quitarme y yo también supe en ese momento que iba a tener que deslizar mi tanga por mis piernas para guardarlo discretamente en mi bolso.

Así lo hice, sentada en una silla junto a la mesa de billar, mientras varios jugadores habían llegado entretanto. Ya éramos más de veinte alrededor de las mesas y me quité, no sin un poco de vergüenza pero sí con mucha excitación, el trocito de tela roja que cubría mi entrepierna.

Ahora tenía mi albaricoque al aire, y podía ser visto por todos cada vez que había que levantarme la falda, por mí misma o con la ayuda de mi hombre… Luego fuimos al bar a tomar una copa. Aproveché para volver a cruzar y descruzar las piernas, sentada en el taburete alto, para que los hombres que pasaban por allí pudieran admirar mis muslos y tal vez algo más. Incluso me di cuenta de que algunos hacían fotos con sus teléfonos. No me extrañaría encontrarme en fotos en páginas de sexo de Internet. La velada terminó unos minutos después. Salimos del pub, dejamos atrás a los jugadores de billar y a los mirones y salimos a la carretera antes de aparcar en un parking de maleza para tener sexo en el coche.

Espero que hayáis disfrutado de mi relato erótico tanto como yo, o mejor dicho, nosotros. Besos. Soy Stéphanie.